miércoles, 17 de junio de 2009

CONFIRMADO

"Confirmado. Manifestación esta tarde en Haft-e-Tir a las 17.00". Así publica en uno de sus párrafos el periódico espaňol El País de junio 17 de 2009 sobre el poder alcanzado por el Twitter en los recientes acontecimientos en Irán. Lo cierto es que el mundo a través de las nuevas tecnologías de comunicación está transportando la información de una forma jamás imaginada.

Este ensamblaje tecnológico permite que lleguen a la sociedad un flujo de noticias sin filtrar y sin censurar que democratizan la información mucho más allá de las expectativas de los más ardientes defensores de los derechos del hombre. De esta manera la prensa tradicional se encuentra ante una competencia innovadora, de rápida reacción, de difusión universal y sin ataduras, cuyos efectos hemos estado viviendo en los últimos aňos. Las elecciones en los Estados Unidos, en las que el presidente electo Barrack Obama empleó la tecnología para motivar y movilizar a sus simpatizantes por todo el territorio norteamericano, y ahora los acontecimientos en Irán, son una muestra palmaria de cómo esta estrategia contribuye con la difusión de los movimientos sociales del planeta.

Esta red invisible trae consigo un cambio de paradigmas porque atraviesa fronteras y llega sobretodo a los jóvenes y no tan jóvenes que conforman el segmento que agiliza los cambios de la historia. Estamos ante una revolución donde no corre sangre sino información. En su libro, History of Manking, Van Dooren define la revolución como, “un derrocamiento total de la cultura, la religión y la política de forma rápida”. El escritor se refería a la Revolución Francesa de 1789 pero jamás soñó cuando escribió su libro en el 1930 que 79 aňos mas tarde otros derrumbes sin armas y sin ejércitos surgirían para influir electrónicamente en los agentes de cambio.

El efecto del Twitter, del Facebook, de los blogs y otros lugares del ciberespacio de seguro tienen reservado para la humanidad nuevas sorpresas que dejarán de lado las prácticas que hasta ahora conocemos en la política, el comercio y hasta en la religión. Si utilizamos estas excepcionales herramientas para bien de la humanidad y de la ecología del planeta, junto a las investigaciones en la medicina, las exploraciones espaciales y el conocimiento de nuestros orígenes como seres humanos, podremos entonces pensar que lograremos una sociedad feliz y un mundo mejor para esta y las generaciones subsiguientes. No obstante, nos queda una realidad: la acción colectiva está girando sobre un pivote de asombrosa velocidad capaz de transformarse constantemente. Su efecto universal solo ahora está comenzando. Lo de Irán es simplemente la última prueba.

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