jueves, 5 de marzo de 2020

Una Publicista de Excepcion

Hace poco terminé de leer el libro, “A Big Life in Advertising”, autobiografía de Mary Wells Lawrence, quien fuera fundadora de Wells Rich Greene, una de las agencias más creativas en la historia de la publicidad de los EUA. Mary Wells fué posiblemente la primera mujer ejecutiva que en los EUA lograra subir a la cima más alta del entramado de negocios del mundo de las comunicaciones comerciales.

Luego de leer el libro de Mary Wells, quedé impresionado con esta extraordinaria ejecutiva de la publicidad. Su ascenso, basado en su talento, comprueba una vez más la evaluación de la capacidad en la sociedad norteamericana. Se inició en el departamento de publicidad de una tienda por departamentos en su ciudad natal de Poland en el estado de Ohio, EUA, y más tarde en la misma área de la tienda Macy’s de New York. Su vida en agencias publicitarias se inicia con el equipo creativo de McCann y luego pasa a Doyle Dane Bernbach (DDB) para finalmente fundar Wells Rich Greene.

Entre las campañas en que trabajó Mary Wells, sin duda una de las más recordadas internacionalmente es la de “I Love New York”, elaborada para el Ayuntamiento de esa ciudad con el objeto de ayudar a resolver una tremenda crisis de credibilidad y déficit; la de Alka Seltzer (I can’t believe I ate the whole thing); la de Braniff (the end of the plain plane); la de Benson & Hedges (America’s favorite cigarette break); así como la campaña corporativa para la Ford Motors Company, en la que obreros de las plantas actuaron en comerciales de “testimoniales” creando un movimiento que hizo recuperar la confianza de los consumidores norteamericanos en los vehículos fabricados en los EUA (en momentos de la crisis del 1970, cuando los japoneses eran considerados los mejores).



El interés de Mary Wells por la pintura, iniciado a través de su amistad con Mary Lukers, una de las más conocidas coleccionistas de Matisse, y su constante curiosidad por incrementar su nivel cultural, la llevó a ocupar la punta de la pirámide de Máslow (Autorrealización) de la que no ha vuelto jamás a descender. La compra de importantes propiedades en el sur de Europa (entre ellas la famosa “La Fiorentina”) ha hecho de ella un personaje reconocido por su refinamiento. Es constantemente invitada a entrevistas por las más famosas revistas internacionales. Así mismo, su empuje personal y capacidad de relacionarse la llevaron a penetrar en la alta sociedad europea. Su amistad con la princesa Grace de Mónaco llevó a que ésta le solicitara entrenar en Wells Rich Greene a su hijo, el Príncipe Alberto.

Sin embargo, de todas sus prendas profesionales, intelectuales y de buen gusto lo que más llegué a admirar de Mary Wells es su humanidad. Su respeto por el talento de los otros, su amor al prójimo, su valentía y reacción positiva ante el cáncer que la ha golpeado dos veces.

Su búsqueda actualmente de la espiritualidad nos inspira y acerca a Dios.

Sugiero a todo el que trabaje, piense trabajar o estudie publicidad, que se lea este libro que nunca nos aburre y nos enseña mucho de cómo se puede alcanzar el éxito en una de las actividades de mayor presión en el campo de los negocios. El libro también permite conocer el mundo de las agencias publicitarias de 1950 a 1980, la filosofía de trabajo de algunas de ellas, y los efectos de la globalización en el escenario de las agencias de este siglo.

Sin embargo, no es un libro limitado a los publicistas actuales o potenciales. Es lo suficientemente ameno para que llegue a todo el público. Entiendo que no ha sido aun traducido al español, pero no dudo que pronto lo será. Mientras tanto, se puede adquirir en cualquier librería de los Estados Unidos o pedir vía Internet en su página favorita de compras.
JUAN PABLO DUARTE

En el mes de febrero es justo recordar a Juan Pablo Duarte a quien los dominicanos aclamamos como el Padre de la Patria, junto a Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Matías Mella.

En Duarte podemos ver al hombre que visualiza la independencia de la parte más española de la isla siendo apenas un joven de 24 años. Es decir que se trataba del representante de la juventud que a mediados del Siglo XIX estaba deseosa de una separación de Haití, país cuya cultura contrastaba con la de los habitantes de lo que fuera la parte española y oriental de la isla.

¿De qué vivencias se valió Duarte para el desarrollo de su idea patriótica? Tenemos que transportarnos al año 1828 cuando parte hacia Europa resultado del deseo suyo y de sus padres por obtener una mejor educación que la ofrecida en la pequeña ciudad de Santo Domingo.
Nada distinto a lo que muchos padres de hoy sueñan para sus hijos buscando que tengan una mejor y más amplia preparación y concepción del mundo para poder competir ventajosamente en la lucha por la vida.

Así que Duarte sale de la isla y su estadía primero lo lleva a los Estados Unidos y luego a Europa donde estudia y reside por varios años. Eran tiempos donde se gestaban grandes cambios en Europa.
Duarte se beneficia del nivel de desarrollo europeo y, sus inquietudes políticas encuentran un campo propicio para expandirse. Así que el joven isleño aprovecha el tiempo para educarse y adquirir sistemas de pensamiento que con el tiempo le serían de mucha utilidad para su futuro proyecto de nación.

Y es que en esa Europa encontró movimientos políticos que le impactaron grandemente, tales y como, la revolución francesa del 1830 con la puesta en escena del reinado de Luis de Orleans, la independencia de Bélgica y Grecia, el movimiento alemán para su unificación y las protestas en Inglaterra de parte de obreros que buscaban extender el sufragio.
Pero no fue solo la política que le enriqueció intelectualmente sino que el ambiente musical, literario y científico también le benefició ofreciéndole una mayor perspectiva cultural.

En ese hervidero creativo Frederik Chopin terminó de componer sus Conciertos No. 1 y No. 2, Bellini estrenó su opera Capuletos y Montescos, la reina María Cristina de España fundó el Real Conservatorio de Música, Honore de Balzac escribió La Piel de Zapa y Carl Gauss descubrió la fuerza del magnetismo terrestre.

Es dentro de ese crisol de acontecimientos que Duarte empieza a darle forma a su pensamiento revolucionario. Al regresar a la isla en 1832 no pierde tiempo y empieza a estructurar su proyecto. En esta etapa incluye obras de teatro para minar las mentes dormidas o simplemente desorientadas de los futuros dominicanos, organiza los cuadros de trabajo (La Trinitaria) y prepara así los futuros acontecimientos revolucionarios trazando la hoja de ruta de la independencia dominicana.

Lamentablemente por razones de persecución no estuvo presente en la etapa de ejecución de su proyecto al verse obligado a abandonar la nación en ciernes antes del sonido del trabucazo en febrero 27 del 1844.

Posteriormente a su regreso, al intentar integrarse al proceso de enfrentamientos militares, Duarte es rechazado una y otra vez por quienes habían tomado el mando de las tropas que luchaban contra el ejército haitiano.

Se me ocurre pensar que es posible que su elevada educación europea entrara en conflicto con los formatos de trabajos políticos y militares a cargo de hombres de diferente nivel intelectual o de mentes menos preclaras o simplemente menos nobles agregando a esto a la envidia que siempre está presente como parte de los elementos de mediocridad tan abundantes entre los humanos.

De todos modos, la idea de liberación concebida por Duarte se cumplió y pese a las fluctuaciones de nuestra vida republicana continuamos honrándolo como el creador de nuestra nacionalidad.

Quizás es por eso que hoy recuerdo las palabras de Herbert George Wells, “la historia de la humanidad es en esencia la historia de ideas”. Y la historia dominicana es la historia de las ideas de ese joven que viajó una vez a Europa lleno de sueños e ideales y fundó una nación.