“Cultura es todo lo que el hombre hace”. Así definía este término la recordada revista argentina Billiken, de inolvidable presencia en toda América Latina. Esta frase, sencilla y amplia, refleja una perspectiva inclusiva de la cultura, abarcando desde las artes y las ciencias hasta las acciones y creaciones cotidianas de la humanidad. Fue una forma pedagógica y directa de introducir a los niños al concepto de cultura.Siempre he considerado fascinante hablar de “cultura” porque es un término tan vasto que abarca múltiples áreas: ciencias, arte y sus manifestaciones (pintura, música, ballet, ópera, poesía, literatura, danzas folclóricas, gastronomía, lenguaje, religión, costumbres, moda, tendencias sociales, mercadeo, medios de comunicación, educación, creencias, historia, entre otros). Este campo parece no tener límites.
En los inicios de mi carrera como publicista, tuve la oportunidad de asistir a un entrenamiento en Nueva York, dirigido por una profesora de la Universidad de Nueva York (NYU). En este programa, aprendí cómo las culturas influyen en los gustos y preferencias de productos y servicios, así como la importancia de considerar el contenido cultural de un país o segmento antes de comunicar un mensaje. Recuerdo con especial claridad algunos casos emblemáticos de errores culturales en la comunicación comercial, como el del automóvil Chevrolet Nova, cuyo nombre en español se interpretaba como “no va” (es decir, “no funciona”). Aunque el impacto real de este caso es debatido, aún se utiliza como un ejemplo clásico de los riesgos culturales en el marketing. También se destacaron otros casos, como el de Pepsi en China, donde su eslogan “Come alive with Pepsi” se tradujo al mandarín como “Pepsi trae a tus ancestros de vuelta a la tumba”. Estos ejemplos resaltaron para mí la necesidad de una profunda comprensión cultural en el mundo de la comunicación y la relevancia de integrar esta perspectiva en cualquier política o estrategia.
El arte y la música, como expresiones culturales, adquieren una relevancia significativa en Europa. En países como Alemania, el 70% de los presupuestos de los teatros de ópera están cubiertos por el Estado, incluyendo salarios, seguros y planes de retiro del personal artístico y de apoyo. Esta práctica, común también en Europa del Este, fomenta el florecimiento de las artes. La educación, igualmente, recibe apoyo estatal, permitiendo que todos los estudiantes tengan acceso a una carrera universitaria.
El concepto de cultura es tan amplio que tras la Segunda Guerra Mundial, el presidente Charles de Gaulle designó como Ministro de Cultura al destacado intelectual André Malraux, un defensor de la preservación y promoción cultural. En Europa y países asiáticos como Japón, China y Singapur, la cultura es cuidada con esmero, y las personas encargadas de estas áreas suelen tener un alto nivel de conocimiento. Estos ministerios suelen contar con asesores especializados para implementar políticas culturales efectivas.
La cultura de la humanidad es un resultado de la mezcla de costumbres entre naciones. Cuando Cristóbal Colón llegó a lo que ahora llamamos América, introdujo costumbres europeas mientras adoptaba algunas locales, formando la cultura que hoy conocemos en América Latina. Sin embargo, es importante destacar que el intercambio cultural no fue siempre armónico, dado que implicó procesos de imposición y resistencia. Mucho antes, los griegos aportaron bases esenciales para Oriente y Occidente con su idioma, arquitectura, filosofía, medicina y ciencias. La India, por su parte, contribuyó con las matemáticas, llevadas por los árabes a Al-Ándalus, enriqueciendo el conocimiento global. Otro ejemplo significativo es la influencia de la Ruta de la Seda, que facilitó el intercambio de bienes, ideas y tecnologías entre Asia, Oriente Medio y Europa.
Una de las expresiones culturales más impactantes es la gastronomía. Visitar países implica conocer sus comidas y cómo estas reflejan su historia. Recientemente leí el libro A Bite-Sized History of France: Gastronomic Tales of Revolution, War, and Enlightenment de Stephanie Hénaut y Jeni Mitchell, que conecta la historia y la gastronomía de forma fascinante. También podemos observar cómo la cocina mexicana, con influencias indígenas y europeas, ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Otro aspecto esencial de la cultura es la educación. Esta permite conocer a una nación, sus costumbres y procesos, y también determinar su destino. Por ejemplo, Finlandia, con su enfoque educativo, ha alcanzado altos niveles de desarrollo, seguridad económica y calidad de vida. El libro The Nordic Theory of Everything: In Search of a Better Life de Anu Partanen explica cómo lo han logrado.
En la Republica Dominicana tenemos muchas expresiones culturales algunas masivas y otros menos, unas populares y otras clásicas. Como ejemplos, tenemos la Temporada de la Orquesta Sinfónica Nacional, el Casandra, la Feria del Libro, la temporada de Base Ball, la Noche Larga de los Museos, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo, presentaciones de artistas internacionales como Anna Netrebko, presentaciones de teatro, etc. Ademas se cuenta con múltiples museos que dan a conocer distintas facetas de nuestra vida como país. En resumen, tenemos una cartelera de cierto nivel que solo requiere toques de coordinación, ampliación, solidificación, financiación, marketing, adecuación a las tendencias mundiales y lograr una divulgación conjunta que nos proyecte como país mas allá de las playas y montañas.
En resumen, manejar adecuadamente las distintas áreas culturales puede mejorar la calidad de vida de una nación. Un país que desarrolle un cuerpo cultural así asegurará un futuro próspero y culto para sus habitantes.