lunes, 9 de febrero de 2015

Hacia Una Nueva Moral?



Escribió Alexis Carrel, biólogo y medico francés que, “el sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia el derrumbe”.

Hace poco leí el libro “A Spy at the Heart of the Third Reich” escrito por Lucas Delattre.  En resumen trata la historia de un alemán que dentro del aparato burocrático Nazi toma la decisión de combatir ese sistema y establece comunicación con los aliados en Suiza para pasarles secretos del más alto nivel durante la Segunda Guerra Mundial. Consciente de la persecución, torturas y asesinatos masivos cometidos por el régimen de Hitler, la absoluta carencia de libertades y la política de eliminar “razas” inferiores,  es que Kolbe decide luchar desde dentro de Alemania, primero formando grupos contrarios al régimen y luego arriesgando su propia vida para terminar con un estado de cosas que a su entender no representaba el alma de su patria.

¿Aun así, cómo podemos calificar una persona que de alguna manera decide oponerse a su propio país revelando secretos militares que provocaron muerte y destrucción a su nación con el fin de acelerar la desaparición del régimen que la la gobernaba?

Este dilema que se le presentó a Fritz Kolbe nos lo encontramos constantemente, claro la inmensa mayoría de las veces o casi siempre sin los riesgos de perder la vida o ser torturados salvajemente como podía hacerlo la Gestapo.  ¿Donde empieza la decisión moral y donde termina la fidelidad a determinada causa? 

Los seres humanos estamos llenos de contradicciones pero dentro de nosotros tenemos valores que nos son inculcados en nuestros hogares por parte de nuestros padres o tutores, por nuestros maestros en la escuela, por el ambiente en que nos desarrollamos y por las relaciones que vamos estableciendo en las distintas etapas de la vida.  Estos valores son como especie de brújula que llevamos dentro y nos guían instintivamente apuntando hacia caminos en nuestro desempeño humano. 

Creo que estos valores sembrados hondamente en nosotros precisamente son capaces de poder deslindar lo moral de lo patriótico o de la fidelidad cuando se dispara un elemento que no forma parte de los insumos que recibimos en nuestro tejido social.   El derecho de vivir, de expresarnos, de respetar la vida, de ser honrados, etc.,  creo que fueron los valores que de alguna manera dispararon decisiones como las tomadas por Kolbe en la Segunda Guerra Mundial y son los que enfrentamos constantemente cuando actos reñidos con nuestras convicciones nos llevan a reflexionar sobre caminos a seguir.  Al mismo tiempo pienso que personas que fueron formadas en ambientes de violencia, de traición, de carencias extremas y de hogares desmembrados, son generalmente (con las excepciones a toda regla) las que forman los grupos que como los nazis fueron capaces de llevar al mundo a una tragedia que al final produjo más de 40 millones de muertos y que vendieron una Alemania injusta.

Quizás es durante los grandes estallidos que surgen casos como este y a modo de ejemplo me permito compartir este otro que pude leer en el libro, “como el piloto  Franz Stigler que en su avión de caza Bf-109 (otro libro que recomiendo “A Higher Call” por Adam Makos) dirigió hacia un camino de posible salvación al bombardero norteamericano B-17 piloteado por Charlie Brown luego de que el aparato sufriera fuertes desgarros producto del ataque de la Luftwaffe y del fuego terrestre de la defensa alemana.

Hoy en día atrapados por una corrupción que arropa a varios países del mundo nos enfrentamos a lo que parece el fin de la moral o el inicio de una distinta moral regida por antivalores.  Basta leer la prensa local e internacional para sentirnos vivir en un planeta distinto, con reglas desconocidas, con personajes salidos de no se donde capaces de imponer criterios de vida ajenos a los de personajes como Fritz Kolbe y Franz Stigler.   Los llamados “baby boomers” no logramos entender estos nuevos ríos que rugen por doquier ofreciendo un panorama triste como si se estuviera hundiendo un barco y los salvavidas estuvieran disponibles únicamente para los que tienen recursos para comprarlos.   En mi intimidad estoy convencido que esta ruta tiene fin y que el mundo tomará una más brillante y prometedora para la humanidad.

Mientras tanto tenemos que decidir. ¿Que preferimos ser Kolbe o Laval o Quisling?, para mencionar solo unos cuantos casos de patriotismo positivo o negativo. He ahí nuestro dilema actual.















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