La música en mis recuerdos
La música ha sido parte integral de mi vida y, aunque mis estudios musicales fueron breves, nunca dejé de mantener un romance apasionado con ella. Dado que Dios me regaló el arte del canto, pues el romance ha tenido refuerzos obligatorios.
La radio, la ópera y mi padre
Mi padre sintonizaba siempre los programas de ópera a través de la estación estatal La Voz Dominicana, que se transmitían los domingos a la 1 p.m. después del almuerzo. Cuando era niño, jugaba con mis soldaditos y esa música de fondo con tantas voces distintas me servía de acompañamiento musical en las batallas imaginarias entre el bien y el mal que dirigía entre mis figuritas de goma.
Un día, tendría algunos seis o siete años de edad, decidí preguntarle a papá qué era esa música. Papá me respondió: "Esa es la ópera". Me quedé en babia y pregunté: "¿Y qué es la ópera?". Papá quedó pensativo buscando una respuesta adecuada a mi edad, y entonces respondió: "La ópera es como una película, pero en vez de hablar, la gente canta". Entendí más o menos y continué con mis juegos.
Años más tarde, ya como adolescente, fui a ver la película El Gran Caruso con el tenor Mario Lanza. Fue en ese momento, en que se presentaban algunas escenas de ópera, que pude hacer la conexión entre los personajes, la música y el canto. Las óperas de esa película eran todas italianas, así que crecí con las melodías, las pasiones y emociones propias de la cultura italiana, tan parecida a la nuestra. Alguna vez leí de compositores de otras nacionalidades: Massenet, Meyerbeer, Mascagni, Leoncavallo y otros. Supe también de Wagner, pero muy poco.
Vivencias italianas
La primera ópera que pude disfrutar en vivo fue La Bohème de Puccini en la Ópera Comique en París. Luego, de Verdi, pude ver Aida en el Gran Teatro del Liceu de Barcelona y en el Convent Garden de Londres disfruté de El Barbero de Sevilla de Rossini. Ya más tarde, como adulto, he podido disfrutar de varias óperas italianas y francesas, pero de Wagner no he visto ninguna, excepto algunas partes de Lohengrin, Tristan e Isolde y La Valquiria (la muy conocida Cabalgata de las Valquirias).
Un libro que habla de rivalidades
Recientemente me llegó a mis manos el libro, The Puccini Problem por Alexandra Wilson1 El tema, que implicaba música y ópera, me interesó. Además, se trataba de uno de mis compositores favoritos. En una de las páginas me encontré con este párrafo que me llamó particularmente la atención: "La obra no fue juzgada por lo que era en sí, sino dentro de una discusión más amplia sobre Wagner. Al compararla con él, surgieron dos preocupaciones: la coherencia estructural de la música y cómo debía desarrollarse la tradición musical italiana". Esto me llevó a hurgar sobre el significado del mismo y sus implicaciones históricas y musicales.
Unidad Orgánica y Crecimiento Orgánico
Como eran conceptos de profundidad, aunque de apariencia sencilla, busqué definiciones básicas. La Unidad Orgánica implica que toda música dentro de una obra funcione como un organismo completo, coherente. El Crecimiento Orgánico significa que los temas musicales se desarrollen según "crecen" en la naturaleza, de manera continua y lógica.
Lo orgánico en las óperas de Wagner
El "leitmotiv" es el sello wagneriano, lo que se llama unidad orgánica. Lo encontramos en la introducción de la ópera, en los diálogos, vuelve en los momentos dramáticos y regresa al final. El propósito es que la ópera respire el mismo material, que conserve una unidad interna que tenga el mismo ADN; es establecer la coherencia en toda la historia. El crecimiento orgánico es un motivo musical que crece y se transforma como una semilla que se convierte en árbol. Es una gradualidad dentro del mismo germen. Sin duda estamos ante un paso revolucionario en la ópera, un sistema, un orden muy germano.
Buscando explicaciones
Luego, conversando con el dilecto amigo Eduardo Villanueva, de los más destacados conocedores de arte musical en nuestro país, me comentó que no conocía las comparaciones Puccini-Wagner, sino que sabía de las Verdi-Wagner. Estas partían de si la ópera, como arte musical, debía seguir la línea estratégica planteada por Wagner, lo que se conocería como el concepto moderno alemán, opuesto a la visión italiana.
Un trasfondo
El libro me abrió un trasfondo que no me había imaginado, haciendo que mi interés por la lectura del mismo se incrementara geométricamente. En este punto, el libro (de indiscutible contenido serio y profesional) se convirtió para mí en una novela que me pareció recordar los pleitos entre mis soldaditos de goma. Esta vez, de un lado, los alemanes conducidos por Wagner y, del otro, los italianos bajo Verdi y las tropas jóvenes de Puccini. Eran dos visiones enfrentadas en sus versiones culturales: el norte y el sur. En otras palabras, se buscaba evaluar la ópera italiana dentro de los criterios wagnerianos.
El espíritu germano y el italiano
El tema cultural siempre me ha interesado desde mis tiempos en el mundo de la publicidad. El comportamiento de las personas es un elemento clave en la preferencia de productos y de marcas. Cada nación tiene rasgos culturales definidos e, inclusive, en cada una existen subculturas que enriquecen el todo de un país.
En el caso de Alemania, tenemos una nación surgida en el Siglo XIX cuyo artífice fue el prusiano Bismarck; en Italia, el artífice fue Garibaldi, un militar que también es considerado héroe en países de Suramérica. El sello nacional de cada país es indiscutible. Alemania tiene una cultura donde predomina lo racional, el sentido de orden, precisión, planificación, normas y procesos. En Italia existe una cultura mediterránea, afectiva, expresiva. La vida cotidiana gira alrededor de la calle, la comida, hay más tolerancia sobre la ambigüedad y la negociación informal. Si fuéramos a hacer una síntesis, pudiéramos concluir que en Italia predomina la espontaneidad y en Alemania la organización. Creo que cada rasgo tiene sus pros y contras. Creo que sucede en cada país, pero, ¿en qué influencia esto las contradicciones Wagner-Verdi o Wagner-Puccini?
Una conclusión posible
Cada compositor lleva dentro el sello de su cultura porque es algo que se recibe prácticamente desde el nacimiento. Las personas cargan con sus costumbres toda la vida aun cuando logren integrarse a otras culturas, y estas costumbres de alguna manera influyen en su comportamiento en la vida y en las profesiones. La música no es una excepción.
Lo importante es saber elegir, qué cosas pueden aportar y cuáles no, si rompen con las características culturales de una nación. Si son forzadas. La música de Wagner es gloriosa y tiene sus pautas de grandeza, pero la música de Verdi y de Puccini penetra hasta el final del alma con un encanto que lleva el azul del cielo mediterráneo, el sonido de su gente y hasta el aroma de su gastronomía.
¿Cuál es mejor? Lo que siempre digo: "lo que más te guste".
*imagen de IA.
1 Alexandra Wilson is lecturer in Musicology at Oxford Brooks University. Her work has appeared in Cambridge Opera Journal and Music & Letters, and she is a regular contributor to BBC radio programmes. This is her first book.

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