viernes, 12 de febrero de 2010

Duarte en la perspectiva histórica de la isla Hispaniola. Algunas reflexiones.

Debemos recordar que Haití vivía una situación trágica desde antes del terremoto que le sacudió hace varias semanas. Si algo ha mostrado el sismo es que el mundo ha podido finalmente palpar con toda su crudeza la calamitosa situación social y económica de ese pueblo. Ciertamente que el temblor ha empeorado el panorama pero los problemas vienen de muy atrás. Ejemplos sobran: niveles de pobreza alarmantes, educación por el suelo, carencia de agua potable, calles que son trechos, servicios hospitalarios de poca calidad, alcantarillado escaso y abierto dando paso a cuantas enfermedades contagiosas existen y un largo etcétera.
Uno se cuestiona, ¿como un país que facilitó armas a Bolívar para la independencia de Sur América, que con su reserva de bosques madereros exportó a Francia la madera necesaria para construir muebles, puertas, ventanas, etc. para el Palacio de Versalles y otros monumentos de la grandeza real francesa, pudo descender al subsuelo del planeta?. ¿Cómo entender que un país que marcó el liderazgo de las independencias en este costado del mundo y que contaba con ríos importantes y vegetación en un 70% de su territorio a principios del siglo XX hoy se encuentre prácticamente yermo?. ¿Cómo es que haya llegado tan bajo un país que se enfrentó exitosamente y expulsó a las fuerzas del Emperador Bonaparte dirigidas por su cuňado Lecrerc?
Es cierto que los países con una brújula defectuosa pueden caer en el abismo o perder posiciones de primacía como sucedió con Argentina que, de ser uno de los 10 países más ricos del mundo a principios del Siglo XX, haya pasado a lugares poco menos que modestos antes de que concluyera ese siglo.
Sin embargo, la caída libre de Haití tiene pocos parangones en la historia de los últimos siglos. Algunos lo consideran un país sin futuro o peor aun un territorio que dejó de ser una nación para convertirse en un país imposible.
Dicho todo lo anterior, y dadas las condiciones superiores haitianas a mediados del Siglo XIX, es merecedora de elogios la impresionante visión del joven Juan Pablo Duarte de buscar la separación del lado este de la isla del dominio haitiano aun a sabiendas de que en ese momento el vecino del oeste contaba con mayores recursos militares y económicos. Más sobresaliente aun fue la capacidad de convencimiento de Duarte de integrar a su causa a un importante grupo de “dominicanos” y, hacerles comprender las ventajas de una separación luego de una ocupación que ya se prolongaba por 22 años.
De no haber contado con la visión de Duarte, hoy en día hubiésemos estado viviendo en un estado de miseria igual que Haití con deficiencias infinitamente mayores que las que ahora tenemos. ¿Cómo estuviéramos hoy luego de la gran tragedia haitiana?
Esta futurología es quizás el mayor reconocimiento que podemos darle a la creatividad de Duarte y a quienes en el creyeron a mediados del siglo XIX.
Pienso que todavía los dominicanos no le hemos reconocido a Duarte todo el valor de su cosmovisión y tampoco le hemos dado la satisfacción mil veces merecida por el pésimo trato de que fue víctima de algunos de sus compatriotas que finalmente lo desterraron para morir junto con su familia en la más triste miseria en un lugar apartado de Venezuela.
Nos falta mucho todavía para ser un país puntero en el mundo pero al menos tenemos una base desde donde partir. Esto se lo debemos a ese jovenzuelo que a los 25 años de edad formó una sociedad secreta (La Trinitaria) para hacer realidad su sueño de concretar una nación que su pensamiento concibió y que a pesar del pesimismo de muchos ha logrado sobrevivir con sus altas y bajas por 166 años casi ininterrumpidos.
Los haitianos están obligados a encontrar un nuevo camino y para eso la comunidad internacional tiene el reto de colaborar con substanciales recursos humanos y materiales. Estos deben apuntar hacia la formación de un nuevo tipo de liderazgo que permita formar una clase media que de alguna forma es la que en Dominicana ha logrado mantener un balance y un mayor desarrollo relativo. Esto unido a una colaboración entre ambos países es lo que a mi entender podrá ir resolviendo la situación social haitiana y contribuyendo a fortalecer la Dominicana. Es un plan de largo plazo pero ahora es el momento de comenzar seriamente.
Mientras tanto Duarte palpita con su visión hoy más que nunca donde quiera que se encuentre su alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario