lunes, 26 de agosto de 2024

Caminar por la Ciudad Colonial



Mis recuerdos de la ciudad Colonial se remontan a mi niñez como prácticamente todos los niños de mi edad. Mi madre me acostumbraba a llevar a la Iglesia todos los domingos y cambiábamos de  templos. Las Mercedes, la Altagracia, Regina, el Convento, el Carmen. Su preferido era Las Mercedes porque estaba mas cerca de donde vivíamos en la calle Luisa Ozema Pellerano . Generalmente íbamos temprano a misa de 8 de la mañana. Luego me llevaba a visitar familiares y amistades. Recuerdo la visita a las hermanas Bernal (cosas de la vida casi dos decadas después me casaría con una de sus sobrinas) quienes residían en la misma calle de Las Mercedes llegando a la Iglesia de la Altagracia, otras veces me llevaba a visitar una tía de mi padre, de nombre Rosa Garcia y con mucha frecuencia a visitar a mi abuelo paterno, Juan Mansfield Valverde, quien vivía con mi tía Ana Elisa hermana de mi papa. Mi abuelo vivía en la calle Arzobispo Portes lo que me obligaba a caminar bastante y mi madre pues lo que hacia era que al regreso pues alquilaba un coche en la calle 19 de marzo para volver a la casa. Me encantaban los paseos en coche. Me sentaba delante al lado del cochero, recuerdo el fuete para que el caballo se moviera, el olor del cuero de las bridas, el animal haciendo sus necesidades mientras marchaba, el cochero vestido de pantalón y saco de color fuerte azul (la tela que hoy conocemos como jeans) y un timbre que había al pie que el cochero presionaba con su zapato para avisar homologando la bocina de los vehículos. El paseo era de mis actividades preferidas. Algunas veces antes de tomar el coche caminábamos por la calle Hostos para tomarnos un helado en los Imperiales. 

Al llegar a la casa esperaba la hora del almuerzo jugando con los amigos de la época algunos de ellos ya idos a la otra dimensión. Después de comida ( los domingos era mi plato favorito, espaguetis) papá se sentaba en su mecedora y escuchaba la opera que transmitían los domingos a partir de la 1pm por la estación radial, La Voz Dominicana, propiedad de un hermano del dictador Trujillo. Mientras mi padre escuchaba la opera generalmente yo jugaba con mis soldaditos sentado en el piso y un día tendría yo quizás algunos 8 ó 9 años cuando le pregunte a mi padre, "papá que es eso que to oyes por el radio", y él me respondió, "esa es la opera".  Recuerdo que seguí jugando pero me picó la curiosidad y volví a preguntar, "y que es la opera". Mi padre se mantuvo en silencio por unos segundos o minutos, no puedo precisar, pero si recuerdo que me respondió, "la opera es como una película pero en lugar de hablar la gente canta".  Mi imaginación prendió en toda su extension y como ya me habían llevado al cine en varias ocasiones a ver películas de vaqueros y de piratas (me encantaban las embarcaciones, los cañones, la luchas de espadas, las novias de los piratas, los tesoros escondidos) y lo que armé en mi mente fue simplemente una especie de menjurje al ponerle a las imágenes de las películas las voces de la opera. En realidad la primera vez que "vi" una opera fue en mi frágil mente infantil doblando imágenes con voces de tenores, barítonos, sopranos y toda la grandiosidad de la musica orquestal. Años mas tarde descubrí que podía cantar y que ademas tenia voz de tenor. 

No fue sino cuando vino la película, El Gran Caruso, con Mario Lanza que pude ver las primeras imágenes de operas y entonces entendí a papa con mas precisión pero ya eso era a mis 12 ó 13 años. A los 15 años debute como cantante en el programa La Hora del Moro que dirigía el afamado pianista Rafael Sola y que, se transmitía por televisión en el Canal 7 de la estación Rahintel. Mi presentación fue muy exitosa y me invitaron nuevamente. Mis padres prefirieron que no continuara porque temían que me inclinara a la vida farandulera a tan tierna edad y dejara atrás los estudios del Bachillerato. Pienso que en determinado momento de mi vida me llegue a plantear seriamente si debía dedicar mi vida al arte del canto pero en eso contrai matrimonio y vinieron los hijos y los compromisos y continue otra ruta por la vida.

Así se iban los días y las semanas y ya las visitas a la ciudad Colonial era con los amigos a cines y a heladerías y mas tarde al Restaurant Mario o al Panamerican en la calle El Conde. Con lo años volví a caminar por la antigua ciudad cuando trabajé en la agencia de publicidad, Young & Rubicam Damaris, en los 70s del Siglo XX hasta que le oficina se mudó en las afueras de la ciudad. 

Para los 70s estaba casado y tenia mis dos hijos. Ya había otros lugares en una ciudad que había crecido mucho y la parte Colonial se fue convirtiendo en un espacio romántico hasta el día de hoy que la visito con frecuencia para tomar fotos como la que encabeza este articulo (calle Arzobispo Nouel). 

Al final la ciudad Colonial sigue siendo una especie de baúl de recuerdos de familias idas, de amigos del pasado, del viejo Colegio De la Salle y de otros lugares que no existen pero que no dejan mi mente ni la abandonaran hasta el fin de mis días. Y para recordar ahora tomo fotos de las viejas calles, de los edificios, de las iglesias y de todo ese álbum de historia que es la vieja ciudad.

Juan Mansfield
26 de agosto del 2024

Cambio de Rumbo

 Buenas noches,

He tomado la decisión a mis 81 años de darle un giro a esta pagina. Quizás escriba alguna vez un nuevo articulo de fondo pero en lo adelante trataré de publicar mis fotos y comentarios a las mismas. 

Juan Mansfield

26 de agosto del 2024.

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